jueves, 2 de abril de 2009




Q. Allan Brocka, creador de “Rick and Steve”, habla sobre la nueva temporada, los estereotipos gay en televisión y la parodia a su propia comunidad.
El grado de acidez radical de series de animación como South Park o Padre de familia no sólo sirve para desmitificar de una vez por todas la asociación férrea entre dibujos animados y público infantil, sino que además prueba que la expresividad y la energía que se desprenden de una caricatura pueden lograr efectos hilarantes y grotescos mucho más estruendosos que aquellas ficciones donde se pasean personajes de carne y hueso.


Quizá son esos contrastes que provee la animación para adultos –dibujitos en un mundo de grandes– los que generan esa sensación graciosa e incómoda a la vez, la misma que se produce ante Rick and Steve, the happiest gay couple in all the world, la serie de stop motion sobre el universo gay, que llega a I.Sat el próximo 10 de abril en su segunda temporada, y que se emitirá todos los viernes desde las 0.30.
Esta irreverente sátira, sobre la vida homosexual en los suburbios, premiada el año pasado con el galardón Pulcinella, uno de los más prestigiosos en materia de animación, exige una difícil técnica de fotografiado cuadro a cuadro de sus protagonistas (unos muñecos para niños que recuerdan a los Playmobil) y que posteriormente reciben animación digital.